Es muy poco frecuente hablar de distintos tipos de las violencias que se nos ejercen y muchas veces,
normalizamos. También hay veces en que pensamos que el “ser un número en vez de una persona”
es solo un comentario de la gente mayor, pero a veces la realidad nos muestra lo contrario.
En mis años dentro de esta hermosa comunidad he tenido momentos memorables y muy felices en
donde me he sentido como en una pequeña familia, pero también otros contados con los dedos
sobre malas experiencias y violencias vividas por quienes se hacían mis llamar “pares”.
Ahora estarán pensando ¿Quién pudo hacerle daño a la chefcita? O quizá se están preguntando ¿Por
qué no les cuento el chisme?… Claramente para mantener oculta la identidad de mis agresores y
ghosteadores.
Volviendo al tema de los números, cuando era un 12K tuve muchas colaboraciones con distintas
marcas y equipos de trabajo. Fue aquí donde comenzaron mis “problemas”. Puesto que la censura
en distintas redes me llevo a perder muchas cuentas y contactos.
Fue en ese momento, en que las marcas comenzaron a ghostearme y es lógico! Yo era un número y
no un alguien con capacidades para formar parte de estos espacios. No fue si no hasta cuando
comencé a ser YO desde cero, no un número, si no que una profesional del mundo cannábico lo que
me llevo a este “Espacio cannábico, feminista, libre de violencia y eco friendly” el cuál que me quebró
por completo y me hizo perderlo todo, incluso mi esencia.
Un proyecto muy interesante del cual realmente quería formar parte se convirtió en una de mis
peores pesadillas. Dediqué tiempo y ganas. Decidí cambiar de ciudad para estar más presente y solo
recibí exigencias, humillaciones, malos tratos, y honestamente… ¿Qué tan saludable y amorosa estoy
siendo conmigo misma si permito que estas situaciones ocurran?
Nos exigimos ponernos máscaras para que los demás no nos vean como realmente somos o nos
sentimos, para estar presente y dar lo mejor de uno. Nos autoexigimos constantemente y no salimos
de este “modo automático” y si hay exigencias, hay presión. Las cosas comienzan a dejar de fluir y
empezamos a forzar, a mantener estructuras. Y La autoexigencia termina siendo adictiva porque
cogemos este ritmo y perdemos el nuestro.
¿A que le llamamos Violentómetro? Si lo googlean verán que es un nivelador de violencia para saber
y conocer en distintos ámbitos si sufrimos de violencia y como ésta se expresa. Mi invitación es a
estar alertas y no dejarnos envolver por palabras bonitas sin conocer a fondo que es lo que hay, a
que podamos advertir los distintos tipos de violencia cuando se nos ejercen. Y tener el valor para
poder alejarnos y cuidar nuestro bienestar integral, que al final de cuentas es lo único que importa.
Cuando finalmente deje de insistir, de forzar esta relación laboral, de exigir reparar un vínculo que ya
estaba quebradísimo, me liberé. Obviamente cuando deje de hacer fuerza, todo se cayó, y fue muy
doloroso ver como todo lo que había proyectado en esta nueva ciudad caía a pedazos.
El hermoso vinculo que forme con mi Doc. quedaba atrás, al igual que el hogar que estaba formando,
los lugares que frecuentaba y todo para volver a mi lugar seguro, donde la familia acompaña.
Pero en esta caída, me relaje, solté y sentí que toque fondo…que caí a un vacío. Pero en este vacío
me encontré conmigo misma y también encontré personas que estaban alineadas con mis nuevos
propósitos, dispuestas al enfoque del querer ser y no del deber ser.
Como reflexión… cabe decir que aunque los cambios duelen, siempre traen cosas buenas ☺